En niños/as pequeños/as no son más que el modo que tienen de expresar aquellas emociones negativas que sienten y que no son capaces de comprender ni de verbalizar. A estas edades los niños/as aún carecen de las habilidades necesarias para expresar todos sus sentimientos y pueden sentirse desbordados/as. Las rabietas suelen empezar aproximadamente a la edad de 1 año y continúan hasta casi alcanzar los 4 años, a esta esta edad la mayoría de los niños/as desarrollan el autocontrol necesario y las rabietas empiezan a ser menos habituales.
ALGUNOS MOTIVOS DE LAS RABIETAS INFANTILES
Frustración por no poder conseguir algo en este preciso momento.
Deseo de controlar su alrededor, su deseo de omnipotencia.
El deseo de llamar la atención para recibir cariño.
Cuando las normas de comportamiento son poco claras o incoherentes, el niño/a trata de descubrir dónde están los límites.
Cuando los padres dan otras muestras de incoherencia o inconsistencia.
Qué es lo que no sirve para pararlas?
Dar un chirlo. Sólo hará que empeore la rabieta (indica que tanto el niño como los padres han perdido el control).
Gritarle. Serán dos personas gritando a dúo, sin escucharse.
Dejar que se salga con la suya. “Para que no me haga pasar vergüenza” Esto equivale a premiar al niño/a por el berrinche. Así aprende que la próxima vez sólo tiene que llorar un poco más.
Ceder por las presiones de la pareja, los abuelos o las personas que estén presentes. Es una situación incómoda, pero nosotros somos quienes estamos a cargo y debemos manejarla ahora y en el futuro.
La mejor forma de ir manejando poco a poco las rabietas de los niños/as es aplicar el método de la extinción, lo que de un modo sencillo se conoce como “ignorar”.
CUANDO DEBEMOS ACTUAR
Debemos intervenir en las siguientes situaciones LIMITANDO SU CONDUCTA, pero sólo su conducta, SIN CENSURAR SU EMOCIÓN:
Cuando esté dañando a otro niño - Cuando se esté dañando a sí mismo - Cuando esté dañando a un objeto.
Si el niño pega, empuja o muerde a otro niño/a o incluso a alguno de sus padres porque está enfadado debemos parar su acción y cuando sea posible decirle: “Si pegas haces daño, nadie se merece que le peguen” o “a mí no me gusta que me peguen”. Intentaremos empatizar con él diciéndole: “ya veo que estás enojado o tal vez algo te ha asustado, pero puedes expresarlo de otra manera sin dañar y sin pegar a nadie porque así haces daño”.
Cuando esté más receptivo/a hablaremos con él/ella para preguntarle “¿qué es lo que te ha hecho sentir así?” “háblame de lo que has sentido”. También le podemos sugerir que cuando se sienta así podría gritar, patalear, golpear el suelo o ir a buscar a los padres si algo le ha asustado o que aprenda a decirle a los otros niños “déjame, eso no me ha gustado, etc…” De este modo estamos ofreciéndole a nuestro hijo recursos alternativos a la agresión y que puede utilizar en caso de que se sienta de nuevo mal. Asimismo estamos educando para que aprenda a reconocer y manejar sus emociones negativas.
Lic. María Maldonado Cel: 1557524584
MP: 61787 Terapeuta Familiar
Psicotécnicos – Orientación Vocacional
ALGUNOS MOTIVOS DE LAS RABIETAS INFANTILES
Frustración por no poder conseguir algo en este preciso momento.
Deseo de controlar su alrededor, su deseo de omnipotencia.
El deseo de llamar la atención para recibir cariño.
Cuando las normas de comportamiento son poco claras o incoherentes, el niño/a trata de descubrir dónde están los límites.
Cuando los padres dan otras muestras de incoherencia o inconsistencia.
Qué es lo que no sirve para pararlas?
Dar un chirlo. Sólo hará que empeore la rabieta (indica que tanto el niño como los padres han perdido el control).
Gritarle. Serán dos personas gritando a dúo, sin escucharse.
Dejar que se salga con la suya. “Para que no me haga pasar vergüenza” Esto equivale a premiar al niño/a por el berrinche. Así aprende que la próxima vez sólo tiene que llorar un poco más.
Ceder por las presiones de la pareja, los abuelos o las personas que estén presentes. Es una situación incómoda, pero nosotros somos quienes estamos a cargo y debemos manejarla ahora y en el futuro.
La mejor forma de ir manejando poco a poco las rabietas de los niños/as es aplicar el método de la extinción, lo que de un modo sencillo se conoce como “ignorar”.
CUANDO DEBEMOS ACTUAR
Debemos intervenir en las siguientes situaciones LIMITANDO SU CONDUCTA, pero sólo su conducta, SIN CENSURAR SU EMOCIÓN:
Cuando esté dañando a otro niño - Cuando se esté dañando a sí mismo - Cuando esté dañando a un objeto.
Si el niño pega, empuja o muerde a otro niño/a o incluso a alguno de sus padres porque está enfadado debemos parar su acción y cuando sea posible decirle: “Si pegas haces daño, nadie se merece que le peguen” o “a mí no me gusta que me peguen”. Intentaremos empatizar con él diciéndole: “ya veo que estás enojado o tal vez algo te ha asustado, pero puedes expresarlo de otra manera sin dañar y sin pegar a nadie porque así haces daño”.
Cuando esté más receptivo/a hablaremos con él/ella para preguntarle “¿qué es lo que te ha hecho sentir así?” “háblame de lo que has sentido”. También le podemos sugerir que cuando se sienta así podría gritar, patalear, golpear el suelo o ir a buscar a los padres si algo le ha asustado o que aprenda a decirle a los otros niños “déjame, eso no me ha gustado, etc…” De este modo estamos ofreciéndole a nuestro hijo recursos alternativos a la agresión y que puede utilizar en caso de que se sienta de nuevo mal. Asimismo estamos educando para que aprenda a reconocer y manejar sus emociones negativas.
Lic. María Maldonado Cel: 1557524584
MP: 61787 Terapeuta Familiar
Psicotécnicos – Orientación Vocacional