LA CENTENARIA LUISA GENOVESE RECORDÓ SU PRIMER PARTO EN BERNAL, LOS CARNAVALES DE ANTAÑO, Y SU TRABAJO EN LA PAPELERA EN UNA CHARLA CON EL MEDIO LOCAL “PERSPECTIVA SUR”. PALMIRA, TAL COMO LA LLAMAN, CELEBRARÁ EL DOMINGO CON MÁS DE 150 INVITADOS EN UN CLUB DE JUBILADOS DE QUILMES OESTE.
Para el fin de semana, en tanto, quedará la fiesta grande con más de un centenar y medio de amigos. Y que según explicó Roberto Máximo Acosta, hijo de Palmira, se realizará en el centro de jubilados Los Abuelos.
La fiesta será familiar y de recogimiento, dijo otra de las hijas, Lidia Acosta, quien además es la que está en forma permanente al cuidado de su madre.
Cuando tuvieron que definir a la cumpleañera, Roberto destacó la lucidez de su madre, y la catarata infinita de recuerdos que es siempre capaz de desplegar, pero también su coquetería, eterna, a pesar del paso del tiempo.
Lidia, en cambio, habló del buen estado de ánimo de su madre, también una constante, que sólo se vio parcialmente alterada en los últimos días previos al cumpleaños por los nervios de Palmira, que le provocaron una reacción alérgica en la boca.
HIJOS
Cuatro son los hijos que tuvo Palmira, y de los cuales Lidia es la mayor. Pero su nacimiento, además, forma parte de una anécdota, porque estuvo a punto de nacer en el tranvía, como ella misma recuerda.
Es su madre la que narra la historia, señalando que ese día se había dado una huelga en la textil Ducilo, hoy en Berazategui, pero por entonces todavía en Quilmes.
A diferencia de cualquier otra huelga, que sólo la cumplían las personas de la empresa que paraba, en esa ocasión se había plegado toda la ciudad. No había comercios, no había transportes, nada, recuerda Palmira.
Cuando los dolores de las contracciones de parto llegaron, junto a su cuñada, Palmira salió a la calle. Las dos mujeres fueron hasta la calle Urquiza, en busca de algún servicio de colectivo, o de coches de alquiler, o caballos que pudieran acercarlas hasta la Maternidad de Bernal, donde la parturienta estaba asociada.
En el marco de la huelga general, no había un sólo medio de transporte en la ciudad, así que con enormes dificultades, Palmira y su cuñada, siguieron caminando, esta vez hasta 12 de Octubre y Andrés Baranda, y de allí hasta Carlos Pellegrini, donde finalmente lograron que las llevara el tranvía.
El conductor me ayudó a subir y a sentarme, y me llevó hasta la puerta misma de la Maternidad, en la calle 9 de Julio, que estaba al lado de la sede de los Bomberos en aquel tiempo. Y hasta él (el chofer) fue el que tocó el timbre en la maternidad. Así fue como la más grande de las hijas, llegó al mundo.
POCO AFECTO AL TREN
Pero con esa y otras pocas excepciones, como las de ir a la Ribera, Palmira no subía a los tranvías, dado que el movimiento le provocaba malestar. Y algo similar ocurría con el tren.
Eso fue lo que la hizo mudarse a Bernal, cerca de la papelera donde trabajaba en su juventud, y luego de que la familia hubiera abandonado el Bernal natal, para irse a radicar a la Ciudad de Buenos Aires.
Al principio, cuando tenía el trabajo en la papelera, yo venía en tren, recuerda Palmira, pero siempre me descomponía en el viaje, así que tuve que buscar una pensión donde alojarme en esta zona de Bernal.
Dado que entonces no estaba bien visto que las jóvenes fueran solas a los bailes, y lejos de su familia, Palmira no tenía quién la acompañara, no frecuentó demasiado los salones de entonces.
Eso no impidió que pudiera conocer a quien sería su esposo y padre de sus hijos, y contrajeran matrimonio cuando ella tenía 22 años, para ir a vivir cerca de la papelera bernalense.
En 1938 el matrimonio compró un terreno en la calle 1º de Mayo entre Blas Parera y O'Higgins, y allí se mudaron a una casa, en la que desde hace 72 años vive Palmira.
POSTALES DE ANTAÑO
Bernal era de casas señoriales, de gente con mucho dinero, con calles empedradas, y viviendas con tranqueras, donde había que pedir permiso para ir de un lugar a otro. Muy pocas eran las casas que existían entonces, pero todas ellas de importantes familias.
La otra de las imágenes fuertes que trajo la cumpleañera es la de los carnavales de antaño, una fiesta de la que guarda gratos recuerdos, y en especial el de la premiación a la comparsa de su hermano menor.
En la esquina de Belgrano y 9 de Julio se armaba el palco, y frente al él desfilan las comparsas, los coches de cada una de ellas. La gente usaba mascaritas, se arrojaban serpentinas y papel picado, y los jurados elegían a la agrupación que mejor se desempeñaba.
En una de aquellas oportunidades, uno de los hermanos más pequeños de Palmira, que, recordó había estado golpeando con el palo de mortero una cacerola en casa los días previos, recibió uno de los premios.