Después de separarse de su esposa y con su salario embargado, Tito Ingenieri se encontró sin un lugar donde residir. Carecía de recursos financieros, pero poseía un terreno que había recibido como herencia de su padre. ¿Qué elección tomó? Algo que a muy pocas personas se les habría ocurrido. Una tarea ciertamente desafiante, una empresa innovadora.
En ese espacio, situado en un vecindario a solo tres cuadras del río de Quilmes, existía una vivienda de pequeñas dimensiones en un estado deplorable. “Estaba completamente deteriorada”, mencionó Tito durante su conversación con TN. El hombre de 40 años demolió ese pequeño taller que solía utilizar y se embarcó en la realización de su gran sueño.
Tito es padre de cuatro hijos adoptivos y luego de separarse de su esposa, con quien no llegó a un acuerdo por la mantención, le embargaron el sueldo. “Cobraba un peso por mes durante 10 años”, se lamentó.
“Como no podía comprar ladrillos usé este método”, contó y dejó al descubierto su amplia imaginación: mirando una revista vio que un francés había construido una casa con botellas. “Cuando tenés una gran necesidad lo primero que querés es contar con un lugar donde dormir y cobijarte”. No había mucho más para hablar, solo restaba empezar con el duro trabajo.
Un proyecto que comenzó de a poco y que demandó unos cuantos años: “Di toda mi vida a esto”
Si bien está en claro que no es un trabajo que se pueda hacer de una mañana a la otra, tampoco alguien podría imaginar que demandara tanto tiempo. El “obrero del arte”, como le gusta autodenominarse, reveló que tardó 28 años en construir lo que ahora es su hogar.
Tito comenzó la construcción solo, pero a medida que iba avanzando fue recibiendo la colaboración de distintas personas como amigos, autoridades municipales de ese momento y de su compañera de vida, Irma. “Empezaron a traer botellas, me ayudaban”, sostuvo.
“Era como un vicio que tenía que terminar sí o sí”, dijo mientras afirmó que al volver de trabajar le dedicaba entre 4 y 12 horas de trabajo. “Los sábados y domingos estaba todo el día construyendo”, agregó. “Di toda mi vida a esto, tenga para comer o no, mi vida está tirada acá”, declaró.
La primera edificación comenzó a construirla para tener un lugar donde descansar, ese que actualmente utiliza como taller y guarda cientos de cuadros, reconocimientos y otras esculturas creadas por él mismo. Después, continuó con su hogar actual, al que llama “El Faro”.
Este último cuenta con tres pisos, y para llevarlo adelante, se asesoró con un cabañista, quien además lo ayudó a redecorar el interior con pisos y escaleras de madera. La magia de las botellas de distintos colores irradian por dentro la luz del sol y el espacio se vuelve un maravilloso paisaje multicolor.
Su objetivo es que las personas lo copien y puedan construir sus propios hogares
Declarado como Ciudadano Ilustre de Quilmes hace más de 20 años, Tito tiene bien en claro sobre cuál es el mensaje que quiere transmitirle al resto de las personas con este logro personal. “Que la gente tome una pequeña conciencia y se dedique a reciclar cosas pero con calidad. Hay que cuidar lo que queda para que no se desintegre del todo”, mencionó.
Sin dejar de lado a cada persona que fue importante para este gran logro personal, brindándole su apoyo y acompañamiento, Tito concluyó en que su “desafío está terminado”.