2 de febrero de 2022

FELIZ ANIVERSARIO ALFAJOR "CAPITÁN DEL ESPACIO", UN EMBLEMA QUILMEÑO: El Gran "Capitán del Espacio" cumple 60 años

“Un 2 de febrero de 1962 comienza la historia del Capitán del Espacio”, se lee en el sitio web de la compañía. Una idea de Ángel de Pascalis, por aquellos tiempos empleado de un reconocido frigorífico, que a los 37 años se agotó de trabajar en relación de dependencia. Ahorró algunos pesos y buscó un socio. Pensó en Arturo Amado, su amigo y vecino de Quilmes, a quien no le llevó demasiado tiempo comprender una fábrica de alfajores sería la mejor apuesta para el futuro de ambos. La instalaron en Ezpeleta, aunque al año decidieron mudarla a otra construcción más grande, ubicada en la calle Luis María Campos de Bernal Oeste. “En esa época el trabajo era mayormente artesanal, donde con empeño, dedicación y muchas horas de trabajo se produjeron los alfajores Capitán del Espacio por 10 años”, cuentan desde la empresa. En 1972, 10 años después de la inauguración, trasladaron la poca maquinaria que tenían a otra fábrica, situada en la calle Gran Canaria, en Quilmes. Allí permanecen. De Pascalis y Amado mantuvieron su vínculo durante algunos años más hasta que decidieron separarse: el primero compró la parte del segundo y quedó al frente de la empresa en soledad. “A pesar de que la tecnología y las maquinarias de elaboración fueron evolucionando, el esfuerzo de Ángel fue respetar el gusto de sus consumidores”, explican. Tal era el interés por elaborar un producto distinto que De Pascalis probó un sinfín de alfajores ajenos antes de su primera producción. Buscaba inspirarse con las virtudes y los defectos de quienes más tarde serían sus competidores. Con su producto en la calle, al hombre aún lo obsesionaba que el sabor sea inalterable y que la calidad jamás se vea modificada. Hoy, los alfajores se exhiben en tres variedades de 40 gramos (chocolate, blanco y fruta) y el triple de 80 gramos. En agosto de 2012, 50 años después de su creación perfecta, las autoridades de la empresa confirmaron el fallecimiento de De Pascalis. “Hoy se trabaja para continuar su obra y su sueño”, manifiestan. A través del número de teléfono que se encuentra en el sitio web se puede hablar con una empleada administrativa, quien muy amablemente sugiere que dicha solicitud sea enviada por correo electrónico. El argumento es que las autoridades de la compañía están de vacaciones y que será esa la única forma de llegar a ellos. Mediante el correo electrónico tampoco se llega al éxito. La última opción es contactar directamente a Mario Díaz, actual presidente de Capitán del Espacio. Tras los reiterados mensajes enviados a través de WhatsApp, la única devolución es la doble tilde azul: todos ellos fueron leídos. El silencio de los propietarios es parte de una estrategia familiar en la que se definen dos premisas: no elevar el perfil de la compañía y no modificar una forma de actuar luego del éxito acumulado. De Pascalis no creía en la publicidad y sus sucesores alimentaron aquella decisión. El mito, de todas maneras, creció hasta expandirse a kioscos y comercios de todo el país. Un alfajor que solo necesitó el marketing de la calle para hacerse popular. Quienes viven por la zona lo consideran una insignia del barrio y un motivo de orgullo. Se han confeccionado remeras y pintado murales con su logo; también hay quienes lo llevan tatuado en la piel.