Las fotografías que acompañan este texto, fueron tomadas hoy, en la Escuela de Enseñanza Secundaria N°9, de Quilmes y, son publicadas, aprovechando la discusión paritaria, ya que la misma no es únicamente una instancia a partir de la cual se disputen montos salariales de los trabajadores del campo de la Educación.
“Una imagen vale más que mil palabras” reza el dicho popular. Pero, para que quede claro, el escrito es debido a que, en verdad, las fotografías muestran sólo algunos de los problemas a los que docentes y estudiantes nos enfrentamos a diario.
En cuanto a lo edilicio, nos encontramos con el baño de profesoras clausurado desde 2021, debiendo usar el baño de alumnas o el de profesores (haciendo guardia para que no haya compañeros en el mingitorio). Además, hay varias aulas sin puertas, espacios con suciedad de larga data, las estufas no funcionan, no hay agua apta para el consumo, no hay ventiladores ni sala de docentes. A falta de aulas se usa, con tal fin, la biblioteca.; y eso a pesar de haber una obra sin terminar que data de más de 15 años.
Las deficiencias en las diversas cuestiones edilicias no son algo menor, ya que, para enseñar, pero también para aprender, es fundamental que el encuentro educativo se brinde en espacios dignos.
Una vez más, de lo que hablo es de poder ejercer el derecho a la educación en espacios acordes a lo que merecemos como sociedad. Eso si nos interesan sociedades democráticas donde se practiquen la igualdad y la justicia que se declaran en las leyes, claro.
En cuanto a lo pedagógico, la escuela siempre afrontó problemas más graves que otras instituciones, porque trabajamos con una comunidad en la cual impactan, con mayor fuerza, la desigualdad y la pobreza.
Así, los últimos años y como consecuencia de la pandemia, muchos docentes de enseñanza secundaria, nos encontramos en la obligación de enseñar a separar en sílabas, interpretar consignas básicas y alfabetizar a pibes de hasta 15 años. Cuestiones graves que deberían resolverse enfocando la particularidad y prioridad que estos temas deben ocupar en la agenda educativa. Hablamos de problemáticas que, lamentablemente, no podremos resolver los docentes a cargo de matrículas numerosísimas y abandonados a nuestra suerte en esta titánica tarea; menos aún trabajando en espacios que, cuanto menos, están sometidos a la contaminación sonora, siendo no aptos por ello para enseñar y aprender. También se dificulta por la inexistencia de un Centro de Estudiantes, organización que debe garantizar que los estudiantes se organicen en la defensa de sus derechos.
¿Por qué hacer públicas estas cuestiones? En principio, porque varios de los problemas edilicios han sido elevados a las instancias correspondientes, pero no se ha recibido respuesta satisfactoria de su parte. Algunos llevan añares sin resolverse, como las entraderas.
Tampoco se ha brindando soporte acorde ante los problemas pedagógicos tan particulares a los que nos enfrentamos. Porque si bien se implementaron los programas FORTE y ATR -que han sido aplicados sin distinción entre escuelas céntricas y periféricas-: éstos solo solucionan problemas a modo de paliativo; ya que los docentes designados se encargan de brindar tutorías en las asignaturas pendientes, y nuestra Escuela 9, trabajando con varios estudiantes a la vez y todos en un mismo espacio áulico. Y digo paliativo porque lo que en otras escuelas puede ser un programa efectivo, en la nuestra no resulta suficiente. Porque los problemas estructurales de base a los que nos enfrentamos, se derivan de la conformación social, educativa y económica de la comunidad, estando la escuela ubicada en una de las zonas más desfavorecidas de nuestro distrito; donde la pobreza supera el promedio nacional.
Segundo, porque quienes apostamos a las escuelas como herramientas de transformación, sabemos que las desigualdades del sistema educativo no pueden profundizarse mientras guardamos silencio.
Para finalizar, espero que este breve escrito llegue a oídos de quienes tienen alguna responsabilidad de gestión en educación en Quilmes y/o en la Pcia. de Bs. As, y les sirva para recordar que las escuelas ubicadas en barrios periféricos deben ser bastiones de esperanza en medio de situaciones de extrema pobreza; lugares donde pibes y pibas acudan no solo por la formación escolar, sino también teniendo como premisa el deseo y la proyección de que existe un futuro mejor para ellos y ellas.
Las instituciones educativas no debieran ser lugares que repliquen la desigualdad y pobreza que se vive en los barrios. Y eso, se los asegura una docente que trabaja con -y para- estudiantes de la barrios como La Paz y La Matera hace casi 14 años.
Todos estos son motivos suficientes para que escuelas como la Secundaria 9 no se hallen, como en la actualidad, en estado de deplorable abandono. No está de más decir que si son parte de la gestión en educación, y no concuerdan con tal cuestión, quizás debieran alejarse de la función pública.
Les saluda atentamente.
Paula Quiroga
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