29 de junio de 2021

Con profundo dolor "Caballos Quilmes" informó la muerte de Pepina: "Hoy nos toca despedir a Pepina. Hoy ella murió, pero ya estaba muerta desde el día en que pisó ese basural para tirar de un carro"


Comunicado de Caballos Quilmes

Hoy nos toca despedir a Pepina. Hoy ella murió, pero ya estaba muerta desde el día en que pisó ese basural para tirar de un carro.

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Para enfermarse sin atención alguna. Para despertarse todos los días con una patada en el vientre que la retorcía. Ese era su saludo de los buenos días.

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Pepina llegó sangrando, con su cráneo perforado. Mientras su rostro derramaba pus y los gusanos se caían de a montones.

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Ella estaba muriendo con una desnutrición que no le permitía ponerse en pie cuando se caía. Estaba en un barrio de Quilmes a la vista de muchos. Aunque, tan solo una persona pidió por ella. Pidió que su vida no terminara así.

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La policía tuvo que realizar un operativo. Varios oficiales bajaron al pedido de ayuda. Tuvieron que interponer sus armas y sus cuerpos para tratar de sacarla porque los mismos vecinos querían agarrarla para llevarla nuevamente a la misma tortura. Para esconderla. Para condenarla hasta el último día ¿Qué puede pasar por la cabeza de una persona para actuar así? ¿Por qué un colectivo de gente piensa ser dueños de la vida de un animal? ¿Por qué disfrutan de verlos morir en la miseria?

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Muchos caballos sufren como pocos el estar condenados a la esclavitud de tirar de un carro. Tiran sin descanso, sin comida, sin agua. Hasta que se desploman.

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Jamás hay para ellos una caricia ni un mínimo gesto de gratitud por estar horas y horas en esos carros. A veces, hasta duermen atados a ellos porque los carreros consideran que es una pérdida de tiempo desatarlos. Viven, duermen y mueren atados a ellos. Lo único que si hay para estos caballos son golpes, patadas y un sin fin de torturas propias del terror.

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Ya son muchos los casos donde en animales con severos grados de desnutrición el patrón se repite. Creemos que hay mecanismos de agotamiento hormonal que impiden su recuperación en cuadros de este tipo. Si bien pudimos compensar su presión arterial y estabilizar otros parámetros, Pepina no quiso levantarse más

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Pepi no quiso luchar más, nosotros si lo hacíamos pero su cuerpo viejo y cansado ya no quería más. Pepina se recostó hasta que finalmente su corazón dejó de latir. Murió conectada a los equipos. Luchamos hasta el final