14 de septiembre de 2020

Los Obispos de Quilmes llevaron a Luján las intenciones de su diócesis

El domingo 13 de septiembre el Obispo de Quilmes Carlos José Tissera, junto con el Obispo Auxiliar Marcelo (Maxi) Margni y el Presbítero Lucio Carvalho Rodrigues, Vicario de Evangelización, peregrinó a la Basílica de la Virgen de Luján para llevar a los pies de María “a las familias que viven el duelo por la muerte de sus seres queridos… y la súplica de todas las familias por sus enfermos”. También las intenciones de “nuestros sacerdotes, consagradas y consagrados enfermos; la salud de nuestros mayores y ancianos, y el pedido por los que agonizan en estos días”.


Esta celebración de la Eucaristía formó parte de la 42° Peregrinación de la diócesis a Luján, donde la comunidad diocesana pudo participar de manera virtual a través de los canales de Facebook y Youtube de la diócesis. A causa de la pandemia, no se pudo realizar el tradicional encuentro presencial en la Plaza Belgrano frente al Santuario de Nuestra Señora de Luján.


Monseñor Tissera, en su homilía (que se transcribe a continuación), repitió las palabras del Papa Francisco para hablar de las respuestas que serán necesarias contra el coronavirus: “Por un lado, es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Por el otro, tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles. En esta doble respuesta de sanación hay una elección que, según el Evangelio, no puede faltar: es la opción preferencial por los pobres” y subrayó que “la pandemia es la oportunidad para mirarnos a los ojos, y hacer que brote, desde lo hondo del corazón, la compasión”.


El Obispo de Quilmes aprovechó la ocasión para agradecer “a tantas servidoras y servidores de la esperanza. Mujeres y hombres que se han puesto al hombro la Patria: los servidores de la salud que de modo heroico están dando su vida en los centros de asistencia sanitaria; a las servidoras y servidores de los centros de asistencia alimentaria, comedores, merenderos, ollas populares, que dedican horas y horas, muchas veces a la intemperie, para que no falte el pan a los pobres. A los que cuidan y protegen la vida y los bienes de todos en el servicio de la seguridad. A todas las trabajadoras y a los trabajadores, empresarios y pequeños productores que sostienen la vida económica del país. Todos arriesgando su salud para sostener la vida cotidiana de los argentinos, y protegiendo a los más frágiles y débiles: la gente mayor, los niños, los enfermos o en situación de riesgo. A todos los jóvenes que se ofrecen como voluntarios para ayudar en las organizaciones que brindan cuidado a los miembros más frágiles del tejido social”. Y pidió por los gobernantes “para que tengan pasión por el bien común”.


Tissera recordó que este fin de semana se realizó en todo el país la colecta “Más por menos” y expresó que “la caridad tiene una función liberadora que estamos llamados a asumir, responsabilizándonos de las implicaciones sociales y políticas que esto conlleva“.

Por la tarde, a través del www.facebook.com/DiocesisQuilmes, distintas familias animaron el rezo del Rosario, característico de estas peregrinaciones.


=================================================================



HOMILIA DE LA MISA DE LA 42° PEREGRINACIÓN DIOCESANA A LUJÁN


DOMINGO 13 DE SEPTIEMBRE DE 2020


“Con María, servidores de la esperanza”


 

Hermanas y hermanos:


A los pies de la milagrosa imagen de la Virgen de Luján, en esta Basílica silenciosa por la ausencia física de los fieles, se siente misteriosamente el latido ardiente de los corazones que, a la distancia, contemplan la tierna mirada de la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias a los modernos medios de comunicación. El Padre Obispo Maxi, el Padre Lucio y quien les habla, nos sentimos unidos a cada uno de ustedes.


Pensábamos celebrar de otra manera este AÑO MARIANO NACIONAL. Pero no sólo se ha suspendido el IV° Congreso Mariano Nacional en Catamarca, sino que tampoco podemos venir a encontrarnos como cada año en este Santuario de Luján.


La pandemia ha cundido en toda la humanidad; como una tormenta ha irrumpido en la vida de los pueblos. La fragilidad de la vida terrena ha quedado de manifiesto. Han salido a la luz las miserias de los corazones humanos y, a la vez, los más nobles gestos de compasión, ternura y fraternidad. Las milenarias preguntas del ser humano suenan más fuerte que nunca en este doloroso momento: “¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?” (GS 10)


María nos trae la Esperanza: Jesús


“Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: ¡Abba!, ¡Padre!” (GS 22)


En el mundo entero hoy, las comunidades cristianas escuchan estas las palabras de Jesús: “No te digo (que perdones) hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt. 18, 22). El perdón es necesario para convivir de manera sana. Sin embargo, perdonar es todo un largo camino en el corazón humano. Hay sucesivos momentos, donde se dan la ira y el enojo, de maneras diferentes. Tiempos para “desembuchar”, llorar, escuchar y “rumiar” la Palabra de Dios, tiempo de paciencia con uno mismo. Un verdadero proceso interior. “Luego será más fácil serenarse y tomar la decisión de no seguir alimentando el resentimiento ni las fantasías de venganza, para no hacernos más daño. La fe en un Dios perdonador es entonces para el creyente un estímulo y una fuerza inestimables. A quien vive del amor incondicional de Dios le resulta más fácil perdonar” (José Antonio Pagola)


Al concluir la parábola de ese servidor sin piedad, Jesús dice: “Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos” (Mt. 18, 35) Por eso nos enseña a rezar: “perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.


María nos enseña a poner la esperanza en Jesús


“Hagan todo lo que Él les diga” (Jn. 2, 5). Es la indicación de María, en medio de la necesidad. Hoy Jesús nos muestra el camino de la piedad, de la misericordia y el perdón. Jesús nos invita a crear fraternidad. Él ha venido para mostrarnos al Padre y para hacer un pueblo de hermanos. Es la fraternidad el camino para sanar las heridas y recuperar las relaciones rotas con Dios, con los demás y con la creación. La pandemia es la oportunidad para mirarnos a los ojos, y hacer que brote, desde lo hondo del corazón, la compasión. Como lo hizo el samaritano con el hombre herido, medio muerto, a orilla del camino.


El Papa Francisco nos decía el pasado 19 de agosto:


“La pandemia ha dejado al descubierto la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo. Y el virus, si bien no hace excepciones entre las personas, ha encontrado, en su camino devastador, grandes desigualdades y discriminación. ¡Y las ha incrementado!


Por tanto, la respuesta a la pandemia es doble. Por un lado, es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Por el otro, tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles. En esta doble respuesta de sanación hay una elección que, según el Evangelio, no puede faltar: es la opción preferencial por los pobres (cfr EG, 195). Y esta no es una opción política; ni tampoco una opción ideológica, una opción de partidos. La opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio. Y el primero en hacerlo ha sido Jesús… “Él, siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecernos a nosotros”. Se ha hecho uno de nosotros y por esto, en el centro del Evangelio, en el centro del anuncio de Jesús está esta opción.


María: modelo de solidaridad transformadora


La solidaridad de María es una solidaridad transformadora. No quiere que las cosas sigan como están y, en el Magnificat, Ella canta que tienen que cambiar. La solidaridad tiene que ser transformadora. Tiene que cambiar el orgullo de los soberbios, la ambición de los ricos, la prepotencia de los poderosos. Tiene que cambiar la resignación, la humillación y la explotación de los pobres. Tienen que cambiar las mentes, los corazones y las estructuras que generan estas situaciones injustas que son indignas para los ricos y para los pobres.


Hoy queremos agradecer a los pies de la Virgen a tantas servidoras y servidores de la esperanza. Mujeres y hombres que se han puesto al hombro la Patria: los servidores de la salud que de modo heroico están dando su vida en los centros de asistencia sanitaria; a las servidoras y servidores de los centros de asistencia alimentaria, comedores, merenderos, ollas populares, que dedican horas y horas, muchas veces a la intemperie, para que no falte el pan a los pobres. A los que cuidan y protegen la vida y los bienes de todos en el servicio de la seguridad. A todas las trabajadoras y a los trabajadores, empresarios y pequeños productores que sostienen la vida económica del país. Todos arriesgando su salud para sostener la vida cotidiana de los argentinos, y protegiendo a los más frágiles y débiles: la gente mayor, los niños, los enfermos o en situación de riesgo. A todos los jóvenes que se ofrecen como voluntarios para ayudar en las organizaciones que brindan cuidado a los miembros más frágiles del tejido social. Y pedimos por los que gobiernan, para que tengan pasión por el bien común.


María: salud de los enfermos


Así te invocamos, Madre, en tus letanías. Traemos en esta mañana la súplica de todas las familias de la diócesis de Quilmes por sus enfermos; por nuestros sacerdotes, consagradas y consagrados enfermos. Por la salud de nuestros mayores y ancianos. Por los que agonizan en estos días. Por eso evocamos tu canto, Virgen de Lujan: “La salud que es don del cielo, te venimos a implorar; ¡oh, Salud de los enfermos, líbranos de todo mal!”


También te invocamos: María, Consuelo de los afligidos. Traemos a tu presencia a las familias que viven el duelo por la muerte de sus seres queridos; las penas de sus corazones por no poder estar cerca de ellos en el trance del fallecimiento, ni el consuelo del encuentro familiar, tan reconfortante en esos momentos tristes y dolorosos. Que tu presencia tierna de Madre los conforte y anime.


Con María, servidores de la esperanza


Hoy se realiza en todo el país la Colecta “Más por menos”. Una colecta nacional en bien de las comunidades de las regiones más pobres del país. Las que tienen más ayudan a las que tienen menos.


La acción caritativa y social de la Iglesia no está al servicio del poder ni puede servir para tranquilizar conciencias, aquietar conflictos, encubrir la injusticia y dejar las cosas como están, los ricos en su riqueza y los pobres en su pobreza. La caridad tiene una función liberadora que estamos llamados a asumir, responsabilizándonos de las implicaciones sociales y políticas que esto conlleva. Así de claro lo dice Francisco: La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales” (EG 180)


Decía el Santo Cura Brochero: “Si no llevo la caridad en mi pecho, ni a cristiano llego”.


En estos tiempos de pandemia, se divulgó el poema “Esperanza”, de Alexis Valdés, al que Piero le puso música. En su última estrofa dice:

 

“Cuando la tormenta pase,

te pido Dios, apenado,

que nos devuelvas mejores,

como nos habías soñado”

 

Sobre esta base de amor que sabe perdonar, se cimenta la esperanza. Por eso hoy, lo peregrinos de la Iglesia de Quilmes decimos:

 

“Con María, servidores de la esperanza”


 

+ Carlos José Tissera

Obispo de Quilmes