Al igual que Fernando Báez (el muchacho asesinado en Villa Gesell) cada uno de estos jóvenes quilmeños perdió la vida en manos de cobardes patotas que los mataron a la salida de distintos boliches del distrito.
A diferencia de Báez, sus homicidios no fueron ungidos por la bendición mediática de los Medios Nacionales, y por ello (exceptuando amigos y seres queridos) el país no clamó justicia por ninguno de ellos; ningún programa dedicó horas y horas de debate para hablar de sus asesinatos, no se impulsó ninguna Ley con ninguno de sus nombres, muchos de los imputados lograron saltar la justicia y salieron indemnes, y, lamentablemente, con el paso de los años sus crimenes quedaron impunes.
Hoy sus nombres están grabados a fuego en las memorias de sus familiares, y sus caras se convirtieron en remeras, tatuajes, murales y demás. En cada aniversario se realizan misas y actos de conmemoración, dejando alguna apostilla en algún que otro medio local que remarca que pasan los años y el caso sigue impune.
En tan solo la última década Emmanuel Vera, Braian Garberoglio, Adrián “chubi” Novillo, Matías Seco Rouco, Agustín Núñez, Nicolás Morales, Octavio Ferreyra Castro, Fabián Cantelli, Sergio Campos y Juan Ledesma fueron algunos de los jóvenes quilmeños que alguna noche entraron a un boliche de Quilmes y al salir encontraron la muerte en manos de una patota que en minutos acabó cobardemente con sus vidas.
En esta edición recordaremos cada uno de sus casos, y ratificaremos que el pedido de justicia sigue y seguirá vigente pese al paso de los años.