14 de agosto de 2014

348º Aniversario del extrañamiento del pueblo Kilme: Análisis histórico sobre la reducción y el etnocidio de la Nación Kilme

(Por Juan Carlos Gallardo)
348 años de destierro, Etnocidio y mentiras por parte de los conquistadores: Buscando relatos sobre la Identidad Sudamericana Originaria y nuestras raíces de Quilmes descubrimos que en la historia oficial mundial, Americana y Argentina todavía siguen escondidos los detalles ocultos del primer genocidio y etnocidio indígena en suelo Argentino y por supuesto muy alejados en el “Hacer” de los proyectos educativos y de las escuelas. Según los estudios históricos de escritos y dibujos guardados tanto tiempo por los cronistas misioneros, cartas de conquistadores al rey y autoridades de turno colonialista; la guerra con los Kilme “fue el más trágico y sublime capítulo de la resistencia indo americana a la prepotencia imperial”  aquí en tierra Argentina; además de ser la última guerra que determino la conquista del continente, para los colonizadores españoles fue más larga que contra los Inkas y Aztekas, ¡119 años en las guerras Kalchakies!. 
Es nuestra tarea en adelante por ser nacidos en Quilmes darles su merecido lugar en la historia del mundo,  a estos “Salvajes  Indios” de la Nación Kilme el sitio de las batallas más importantes en la Historia local y Argentina, más de 100 años de lucha por la defensa de la Libertad Americana, la más desigual; pólvora, arcabuces, armaduras, caballos, perros asesinos, cañones y fuego, contra lanzas y piedras. 
La Nación Kilme fue y siempre lo será con “K” porque la “Qu” la introdujeron los españoles, son un pueblo andino de origen Diaguita-Aimara que se presume entro al NOE Argentino por Chile huyendo de los Inkas, se afinco en el cerro Alto del Rey y construyo la ciudad fortaleza que hoy todavía resiste de pie a pesar de los 348 años del destierro y la destrucción por parte de los conquistadores. Allí convivieron y guerrearon con distintas etnias sudamericanas sin ser vencidos; Según estudios arqueológicos los Kilme vivieron en los valles desde el año 800 de nuestra era, durante seis siglos fueron los dueños indiscutibles de esta tierra, pero a fines del siglo XV comenzaría la invasión Inka o Inca en español; de 1471 a 1533 los Kilme opusieron resistencia 62 años a la conquista inca borrándolos de aquí, nuestro suelo hoy Argentino.
Gracias a su prestigio militar y su sistema tipo económico socialista,  establecieron su hegemonía sobre la región imponiendo su buen orden administrativo; con la vivienda de los jefes en el punto más alto, demostrando que este sistema servía como residencia de los caciques gobernantes y sitio de buena defensa en casos de ataques. Por las características del complejo urbano, que ocupa unas 30 hectáreas se confirma que la población llego a más de 5.000 habitantes en la ciudad y 15000 en las  diversas zonas en este antiguo e imponente asentamiento. En la vertiente oriental del cerro Alto del Rey se encuentra uno de los mejores ejemplos de la urbanización Originaria, allí también estaban las dos fortalezas desde donde vigilaban todos los accesos y  el asentamiento aprovechaba las crestas de naturales de las montañas para su protección.
La ciudad estaba muy estratégicamente colocada sobre las laderas del cerro de 1972 metros de altura, les permitía controlar todo el valle y dominaban el suelo sin lastimarlo; construyeron una fundamental obra hidráulica, una represa de 7000 m3 de  agua que distribuían por canales controlados en su velocidad para regar los campos de cultivo y alimentar la ciudad. Cultivaban organizados en zonas de diferentes alturas según el clima y época adecuada para los tipos de alimentos de plantación, así en la zona baja sembraban grandes extensiones de maíz, quínoa, porotos, zapallo y ajíes. Naturalmente generado por la zona con grandes bosques recolectaban los frutos de algarroba, molle y chañar; que utilizaban en múltiples aplicaciones además de bebidas, pan y su madera para las construcciones y combustible en abundancia para la cocción alimentaria en grandes fogones y la alfarería. La convivencia con la madre tierra era total y ellos habían aprendido a utilizar cada espacio y lugar sin lastimar el suelo, se calcula que la extensión dedicada a los cultivos abarcaba unas 1000 hectáreas con depósitos llamados “Tampu.” 
El genocidio comenzó en el Noroeste de Argentina con el ingreso del conquistador Diego de Rojas al territorio, cuando el colonizador entro en los valles en 1547 provocando en 1559 el primer alzamiento confederado al mando de Juan Kalchakí, se denominó 1° guerra Calchaquí, los Kilme participaron confederados en las tres guerras Kalchakies y fueron los últimos a vencer en su propia ciudad; A partir de allí, Sud América ya estaba conquistada y sería sometida sin resistencia liberando la ruta al Río de la Plata. 
La historia los destaca como un pueblo guerrero que luchó durante 130 años contra la invasión de la Corona, hasta que fueron doblegados en 1666, no por las armas sino de hambre; obligados a ir caminando como parte del extrañamiento y exterminio cultural hasta el actual emplazamiento al Sur de Buenos Aires, que tomó su nombre e identidad en la historia Argentina. Pero su fortaleza se mantuvo desde el año 800 hasta el siglo XVII, donde esta comunidad que alcanzó más de 5.000 habitantes construyó, lo que hoy se denomina, las Ruinas Arqueológicas de Quilmes aun  de pie. Ese cacique fue Martin Iquín, de los dos pueblos, ultimo en Kilme, guía fuerte durante el destierro y el primero en Quilmes, descendiente directo  fue la última cacique Isabel Pallamay, que muere junto a su esposo e hijos de viruela en la epidemia de Buenos Aires de 1718, primer cacique mujer de Sudamérica y cuyos huesos aun descansan debajo de la manzana histórica como los primeros guerreros que llegaron  con el cacique Martin Iquín.  Para finalizar con esto que implica ser el comienzo de subrayar la verdad de nuestra historia, las palabras que escribió un visitante del lugar: “Cuando te vayas de Amaicha hacia el este, que sea durante la mañana, porque al poco tiempo estarás en las ruinas de los indios Quilmes, una ciudadela en ruinas donde los locos resistieron sucesivas invasiones, primero de los Incas y luego de los españoles. Allí te espera la historia de esta gente.” 
Aquí en la ciudad de Quilmes la historia oficial escribió que los Indios Quilmes (como los llamó el conquistador) se extinguieron con la epidemia, pero los documentos de la Iglesia, militares y administrativos del reparto de tierras; allí fue “Quilmes Pueblo Libre” del Triunvirato revolucionario de 1812 que verifica que así no fue y sí quedaban algunas dudas existen fotografías tomadas en el año 1900 que nos muestran a los Nativos Originarios Kilme, 233 años después conservando costumbres consolidados en esta húmeda tierra sobre la barranca. 
LA CATEDRAL Y EL CEMENTERIO ORIGINARIO
En 1849 el boticario porteño Hilario Amoedo reiteró el pedido de traslado del cementerio al sitio destinado, pues el primitivo “estaba en estado deplorable, la tapia derrumbada y entre las tumbas había cuevas de vizcachas.” En 1854 se iniciaron las tareas, así fue que se clausuró definitivamente el viejo cementerio que ocupaba el actual atrio de la catedral, la casa parroquial y parte de la Escuela Nº 1º. De todos modos “varias tumbas permanecieron junto al templo hasta 1861, entre las que se paseaba los cerdos de Marteluna”, un vecino cuya piara andariega no solo llegaba a la plaza principal, sino que atravesando las difusas calles iban a hozar en el cementerio. Luego este terreno se parcelaría para levantar la escuela Nº 1 en 1863 y la municipalidad, quedando ¿olvidados? enterramientos por la desorganización y el apuro de la mudanza. 
La historiadora Guillermina Sors saca esta acertada conclusión: Cabe señalar dos argumentaciones, el único templo estaba dentro de la reducción y junto a ella el cementerio donde los “blancos” no deseaban que sus muertos fueran enterrados junto a los indios; y cuando en los escritos figura la palabra “españoles” se refieren los “blancos” sean peninsulares o criollos… No existe ningún documento que verifique el traslado de “los indígenas”  Martin Iquín, Isabel Pallamay ni los Guerreros Kilme del éxodo, por lo que sus huesos descansan debajo de la Escuela Nº 1, el edificio Parroquial y la explanada de entrada de la Catedral, también están allí enterrados e identificados en mármol curas como el tan cuestionado Rivas; el cementerio verificado esta en ese lugar por el hallazgo de restos óseos del PAQ (proyecto arqueológico Quilmes) y con la colocación de la Huaca Sagrada de Tucumán enfrente en la plaza San Martín. Aun así, se les sigue faltando el respeto y la memoria estacionando autos sobre   sus tumbas como si fuera un estacionamiento.