A través de estas líneas tratare de llegar a los corazones endurecidos, y sacarles una sonrisa a las caras tristes haciendo contacto con su Dios interno, ya que me he encontrado con muchas personas que sufren y no encuentran un camino para liberarse de energía que cargan como un esclavo cargaba su grillete. Trataré de llegar hasta sus corazones para transformar sus emociones que son la base de la mayor parte de la infelicidad.
Al hombre lo gobiernan sus emociones, son ellas las que generan los pensamientos negativos que posteriormente se transforman en enfermedad; sin embargo, las emociones generadas por el ser humano son dictadas por las experiencias acumuladas a lo largo de su vida y estas se encuentran grabadas en la memoria del individuo. Esto nos lleva a un círculo vicioso, pues lo que una persona recibe en la vida diaria, lo lleva a asociarlo con experiencias negativas de su pasado, lo cual a su vez, genera emociones negativas, y posteriormente esto hace que sus pensamientos vuelvan a ser negativos, reforzando los ya almacenados. Entender la dinámica de las emociones y pensamientos es la base para iniciar un sistema de terapia que sea verdaderamente efectivo y rápido.
Pero… estamos dispuestos a cambiar? O preferimos estar en nuestra zona de confort, estar en víctima, estar sufriendo, logrando así que todo el mundo se compadezca de mí y queriendo ser el centro de atención, y cual vampiro energético absorber a mi entorno, generando un clima de atención permanente. El miedo a encontrarme con mi emoción primera, aquella que se grabo en mi psiquis siendo un niño, o en el vientre de mi madre o en algún ancestro y traemos como una mochila y que generó ese dolor, impide de modo inconsciente, cualquier intento por salir de este estado.
Más allá del dolor, de la soledad del temor, se encuentra un corazón encogido, temblando y preso, pero siempre, por más profundo que sea el dolor, por más obscuro y complicado que sea el problema, existe una rendija por la cual puede llegar a penetrar la luz del espíritu.
Al corazón, no se le puede pedir que razone, de la misma manera como no se le puede pedir que sienta al cerebro. N se le educa no con conceptos, un corazón que ha crecido en medio de caricias del amor, aprenderá a dar estas mismas emociones sin medida y sin descanso, pero un corazón criado en la fría indiferencia no podrá hablar el lenguaje del cariño y de las caricias. El corazón es como una delicada flor que cuando siente el invierno cierra sus pétalos y se refugia en lo más interno de su ser, pero cuando siente los tibios rayos solares brindados en las suaves caricias del amor, abre su corola y deja escapar el perfume de los amores más sublimes que el ser humano puede emanar; y cada corazón tiene una historia diferente, cada corazón ha sido forjado bajo diferentes condiciones de vida, cada corazón, podríamos decir, es como una flor con diferente color y perfume. Y cada uno debe reencontrarse con su propio color y su perfume.
Sandra M. Almazan
Terapeuta Transpersonal
(Mat:060107 C.P.P.T.RA)