EL 6 DE SEPTIEMBRE DE 1930, SE CONMEMORARON 80 AÑOS DEL GOLPE A HIPÓLITO IRIGOYEN. FUE EL DERROCAMIENTO AL PRIMER PRESIDENTE ARGENTINO ELEGIDO POR EL VOTO POPULAR.
La historia nacional lamentablemente está llena de episodios amargos, de los cuales cada argentino no debe olvidarse, es por eso que cada 24 de Marzo se conmemora el día de la memoria, haciendo alusión a uno de los episodios más dolorosos de la historia argentina. Sin embargo, aquel capítulo oscuro de 1976 que marcó el último gobierno de facto en nuestro país tiene un origen que se remonta a unos 46 años antes, más precisamente un 6 de septiembre de 1930, cuando el General José Félix Uriburu inauguraba el primer Golpe de Estado de nuestra historia.
Aquel 6 se septiembre, próximo al inicio de la primavera, no tendría nada que ver con campos verdes, ni jazmines floreciendo, si no más bien tuvo que ver con fusiles y botas que desfilaban por las calles de la desolada Buenos Aires y lo único que floreció fue el fin de la democracia y el olvido de la ley Sáenz Peña por la que tanto luchó el gran caudillo del Radicalismo, Hipólito Yrigoyen.
La lucha por la apertura democrática había comenzado con aquella Revolución del Parque en la década de 1890 liderada por Leandro Alem, Aristóbulo del Valle y el mismo Hipólito Yrigoyen. La fundación del partido radical marcaba la resistencia a un régimen conservador, que hacía uso de los recursos de un país muy rico en materias primas, en beneficio propio y se olvidaba de las necesidades del pueblo que sufría las crisis económicas y políticas de la época.
Sin embrago, la fuerza inagotable de Yrigoyen y de un partido joven, la U.C.R, que respaldaba a su gran líder siguieron adelante contando con un incondicional apoyo popular, hasta lograr el sufragio universal, secreto y obligatorio.
Con la ley Sáenz Peña la oligarquía nacional perdería su lugar de privilegio en la política argentina y el pueblo llegaba al gobierno a través de Hipólito Yrigoyen.
Desde entonces, los sectores más recalcitrantes de nuestro país esperaron el momento para derribar al “gobierno de la chusma”, al gobierno popular y formaron alianzas con capitales extranjeros que se veían perjudicados por el espíritu NACIONALISTA del radicalismo.
Hacia 1922 la bandera de YPF flameaba en lo alto como la gran obra de soberanía nacional, bajo la conducción de Mosconi y daba el ejemplo a América Latina de que se podía luchar contra el imperialismo de los Estados Unidos.
Para la época, a los ojos del mundo, Argentina se mostraba como abanderada en la lucha por el respeto a la soberanía y la igualdad de los pueblos, lo había demostrado en Ginebra cuando la voz de Yrigoyen se alzó contra los vencedores de la “gran guerra”, pidiendo la construcción de una verdadera paz, que ofrezca igualdad en las posibilidades para el desarrollo de todos los pueblos, vencedores y vencidos.
El GOLPE comenzó a planearse desde el primer día que asume su segundo gobierno el Dr. Yrigoyen, La Stándar Oil y la Shell se veían perjudicadas con el gran crecimiento de Y.P.F, y la intención del caudillo radical por sancionar la LEY DE NACIONALIZACIÓN DEL PETRÓLEO (ya aprobada por la cámara de Diputados) y solo faltaba que la apruebe el senado para que se haga efectiva, la ley permitiría al Estado tener el control sobre la exploración, explotación y transporte del mineral. El objetivo era lograr el autoabastecimiento del combustible. Yrigoyen llamaría a Sesión Extraordinaria para que el congreso argentino tratara el proyecto de Nacionalización
EL GOLPE TENDRIA “OLOR A PETROLEO” y daría la entrada a la nefasta década infame, con fraude electoral y negociados como el de” la carne” dentro del tristemente célebre pacto Roca-Runciman.
El día 6 de septiembre de 1930 se producirá el levantamiento contra las instituciones democráticas, poniendo fin a un una breve etapa de legalidad institucional en nuestro país. Yrigoyen es conducido al Regimiento 7 de Infantería de la ciudad de La Plata y su casa de la calle Brasil es asaltada y destruida por las turbas fascistas. El viejo régimen, la oligarquía, los personeros del fraude y de la Stándar Oíl, como así también, los anticomunistas, se encuentran nuevamente en el poder, al lograr interrumpir el estado de derecho. Este accionar golpista sé convertirá una lamentable práctica, durante todo el siglo XX, en nuestro país con el aval de la Corte Suprema de Justicia cómplice del ardid, que se ocupó de legalizar la obra del ejército declarándolo DE FACTO en su Acordada de 10 de Septiembre de 1930, de esta forma todos los gobiernos militares de la historia estarían justificados.
El régimen militar devolvió a la gran oligarquía argentina el primer lugar en la escena política. A partir de ese momento comenzaría la hora de la espada y quedaron atrás las obras de YRIGOYEN: El guardapolvo blanco, la reforma universitaria, la inclusión social, la soberanía nacional, los ferrocarriles estatales, etc.
Este año se cumplen 80 años de este lamentable episodio, que sólo ha servido para que grupos vinculados al poder económico, intereses extranjeros y de ideas totalitarias, los cuales, además también desprecian todo lo que tenga que ver con la vigencia de la soberanía popular, hayan tomado en distintos momentos de nuestra historia reciente el poder en sus manos. Todas estas tropelías las han realizado en nombre del orden y de la salvaguarda de los valores de la Nación. Hoy si bien nuestra democracia, que tanto costó conseguir y más aún consolidar, mantiene muchas deudas para con nuestros compatriotas, y ante la enseñanza que estos lamentables hechos históricos que hoy recordamos nos deben dejar, todo ello, debe servir para no cometer los mismos errores. Y en tal sentido, será tarea de todos defender y mejorar el sistema democrático. Pero para que ello sea posible: debemos trabajar todos por el bien común e instaurar políticas de Estado, garantizar la vigencia plena de las instituciones republicanas y de los derechos humanos, como así también, la libertad de opinión y la seguridad jurídica. También se deberá mejorar el funcionamiento del sistema de partidos y democratizar el funcionamiento interno de los mismos y fundamentalmente, formar ciudadanos que se conviertan en el sustento de un sistema democrático para los tiempos. Sólo de esta manera, podremos alejar los fantasmas golpistas del pasado, que sólo han logrado impedir que nuestro país, transite por un camino permanente de progreso social, político y económico, que permita la realización plena de los hombres y mujeres de nuestra Patria.
Aquel 6 se septiembre, próximo al inicio de la primavera, no tendría nada que ver con campos verdes, ni jazmines floreciendo, si no más bien tuvo que ver con fusiles y botas que desfilaban por las calles de la desolada Buenos Aires y lo único que floreció fue el fin de la democracia y el olvido de la ley Sáenz Peña por la que tanto luchó el gran caudillo del Radicalismo, Hipólito Yrigoyen.
La lucha por la apertura democrática había comenzado con aquella Revolución del Parque en la década de 1890 liderada por Leandro Alem, Aristóbulo del Valle y el mismo Hipólito Yrigoyen. La fundación del partido radical marcaba la resistencia a un régimen conservador, que hacía uso de los recursos de un país muy rico en materias primas, en beneficio propio y se olvidaba de las necesidades del pueblo que sufría las crisis económicas y políticas de la época.
Sin embrago, la fuerza inagotable de Yrigoyen y de un partido joven, la U.C.R, que respaldaba a su gran líder siguieron adelante contando con un incondicional apoyo popular, hasta lograr el sufragio universal, secreto y obligatorio.
Con la ley Sáenz Peña la oligarquía nacional perdería su lugar de privilegio en la política argentina y el pueblo llegaba al gobierno a través de Hipólito Yrigoyen.
Desde entonces, los sectores más recalcitrantes de nuestro país esperaron el momento para derribar al “gobierno de la chusma”, al gobierno popular y formaron alianzas con capitales extranjeros que se veían perjudicados por el espíritu NACIONALISTA del radicalismo.
Hacia 1922 la bandera de YPF flameaba en lo alto como la gran obra de soberanía nacional, bajo la conducción de Mosconi y daba el ejemplo a América Latina de que se podía luchar contra el imperialismo de los Estados Unidos.
Para la época, a los ojos del mundo, Argentina se mostraba como abanderada en la lucha por el respeto a la soberanía y la igualdad de los pueblos, lo había demostrado en Ginebra cuando la voz de Yrigoyen se alzó contra los vencedores de la “gran guerra”, pidiendo la construcción de una verdadera paz, que ofrezca igualdad en las posibilidades para el desarrollo de todos los pueblos, vencedores y vencidos.
El GOLPE comenzó a planearse desde el primer día que asume su segundo gobierno el Dr. Yrigoyen, La Stándar Oil y la Shell se veían perjudicadas con el gran crecimiento de Y.P.F, y la intención del caudillo radical por sancionar la LEY DE NACIONALIZACIÓN DEL PETRÓLEO (ya aprobada por la cámara de Diputados) y solo faltaba que la apruebe el senado para que se haga efectiva, la ley permitiría al Estado tener el control sobre la exploración, explotación y transporte del mineral. El objetivo era lograr el autoabastecimiento del combustible. Yrigoyen llamaría a Sesión Extraordinaria para que el congreso argentino tratara el proyecto de Nacionalización
EL GOLPE TENDRIA “OLOR A PETROLEO” y daría la entrada a la nefasta década infame, con fraude electoral y negociados como el de” la carne” dentro del tristemente célebre pacto Roca-Runciman.
El día 6 de septiembre de 1930 se producirá el levantamiento contra las instituciones democráticas, poniendo fin a un una breve etapa de legalidad institucional en nuestro país. Yrigoyen es conducido al Regimiento 7 de Infantería de la ciudad de La Plata y su casa de la calle Brasil es asaltada y destruida por las turbas fascistas. El viejo régimen, la oligarquía, los personeros del fraude y de la Stándar Oíl, como así también, los anticomunistas, se encuentran nuevamente en el poder, al lograr interrumpir el estado de derecho. Este accionar golpista sé convertirá una lamentable práctica, durante todo el siglo XX, en nuestro país con el aval de la Corte Suprema de Justicia cómplice del ardid, que se ocupó de legalizar la obra del ejército declarándolo DE FACTO en su Acordada de 10 de Septiembre de 1930, de esta forma todos los gobiernos militares de la historia estarían justificados.
El régimen militar devolvió a la gran oligarquía argentina el primer lugar en la escena política. A partir de ese momento comenzaría la hora de la espada y quedaron atrás las obras de YRIGOYEN: El guardapolvo blanco, la reforma universitaria, la inclusión social, la soberanía nacional, los ferrocarriles estatales, etc.
Este año se cumplen 80 años de este lamentable episodio, que sólo ha servido para que grupos vinculados al poder económico, intereses extranjeros y de ideas totalitarias, los cuales, además también desprecian todo lo que tenga que ver con la vigencia de la soberanía popular, hayan tomado en distintos momentos de nuestra historia reciente el poder en sus manos. Todas estas tropelías las han realizado en nombre del orden y de la salvaguarda de los valores de la Nación. Hoy si bien nuestra democracia, que tanto costó conseguir y más aún consolidar, mantiene muchas deudas para con nuestros compatriotas, y ante la enseñanza que estos lamentables hechos históricos que hoy recordamos nos deben dejar, todo ello, debe servir para no cometer los mismos errores. Y en tal sentido, será tarea de todos defender y mejorar el sistema democrático. Pero para que ello sea posible: debemos trabajar todos por el bien común e instaurar políticas de Estado, garantizar la vigencia plena de las instituciones republicanas y de los derechos humanos, como así también, la libertad de opinión y la seguridad jurídica. También se deberá mejorar el funcionamiento del sistema de partidos y democratizar el funcionamiento interno de los mismos y fundamentalmente, formar ciudadanos que se conviertan en el sustento de un sistema democrático para los tiempos. Sólo de esta manera, podremos alejar los fantasmas golpistas del pasado, que sólo han logrado impedir que nuestro país, transite por un camino permanente de progreso social, político y económico, que permita la realización plena de los hombres y mujeres de nuestra Patria.