30 de mayo de 2017

Un triunfo de la Memoria, la Verdad y la Justicia en Quilmes

Durante la mañana del viernes se llevó adelante formalmente la ocupación del ex Pozo de Quilmes, convertido ahora en Sitio para la Memoria. Un grupo de sobrevivientes recorrió los calabozos del lugar, donde hasta hace poco funcionaba como parte de la DDI, y recordaron los trágicos días que vivieron allí.
Un grupo de ex detenidos, que lograron sobrevivir a su paso por este chalet ubicado en la intersección de las calles Allison Bell y Garibaldi, acompañaron a los medios de prensa a recorrer los calabozos y contar las experiencias vividas. Algunos de ellos habían vuelto en democracia, pero para otros fue la primera vez que volvieron a entrar a este lugar. 
Alberto Derman estuvo detenido en el Pozo entre el 6 de diciembre de 1977 y el 28 de marzo de 1978. “Lo que más recuerdo y lo que más me impacta aún hoy es el recuerdo de los compañeros. En ese momento éramos jóvenes llenos de proyectos y de sueños, lamentablemente hoy ya no están. Los nombres de todos ellos están consignados en cada una de mis declaraciones”, indicó. 

Por su parte, Rubén Schell fue otro de los sobrevivientes que acompañó a uno de los grupos de periodistas convocados a esta primera ocupación del Sitio, a través de los calabozos en los que estuvo encerrado y torturado durante “102 días y 11 horas”. 

VIVENCIAS
Al respecto, Schell afirmó que “esta recorrida es un juramento que me hice de tener siempre presente la memoria de los compañeros que no están. Son pedazos de mi vida que quedaron acá adentro. Acá me acompañan ellos, están siempre conmigo y estoy cumpliendo la promesa que les hice de contar lo que pasó y ser su voz”. Y sobre el edificio manifestó que “hay que darle el real valor que esto tiene como prueba, como testimonio, como recuerdo y como memoria”. 

TESTIMONIO
Schell trabajaba en una fábrica. Los militares lo secuestraron cuando salía de comprar en un almacén al lado de su casa. “Había dos o tres coches. Caminé diez metros, me manotearon y me llevaron”, recordó. 

Luego de pasar por la sala donde fue torturado, el sobreviviente pasó a una celda en la que hoy pudo contar lo sucedido: “Acá caminé varios kilómetros alrededor de una frazada que alguna vez conseguí. Me había quedado una moneda en el pantalón y con ella escribí en la pared el nombre de la que es mi esposa y de mi mamá”, marca que pese a los años aún puede verse. 

LIBERACIÓN
Según contó, Schell pudo salir del Pozo gracias a que su padre consiguió una entrevista con un miembro de la cúpula de la Iglesia Católica Argentina. “Me sacaron hasta el subsuelo, me desvistieron y revisaron para ver que no llevara ningún mensaje de adentro. Me dijeron que me iba a ir a mi casa y me pusieron plata en el bolsillo para tomar un colectivo, pero no sabias si ‘te ibas’ o ‘te iban’”. 

“Me sacaron a pasear y me llevaron a la Ruta 2, donde me tiraron en un zanjón y me dijeron que me quedara una hora porque sino me mataban. Cuando me incorporé caminé y vi unas luces, era la Fiat. Subí al colectivo y viajé con los ojos bien abiertos hasta que llegue a 4 cuadras de mi casa. Quería llegar y ver a mi mamá. Cuando entré no había nadie”. 

REENCUENTRO
“El reencuentro con mi vieja fue raro, me dijo: ‘Yo sabía que estabas vivo porque soy tu madre’, era de esas gringas frías, pero tenia un amor y una fortaleza impresionante”, remarcó Schell en su relato.